CONSTRUIR PODER EN LAS BASES OBRERAS Y POPULARES PARA DEFENDER AL NUEVO GOBIERNO
Jokin Mendizábal. Desde Buenos Aires
Lula, el más grande dirigente de masas que haya tenido jamás Brasil y dos veces presidente del país más grande de Latinoamérica acaba de obtener una victoria en la primera vuelta frente al actual presidente Bolsonaro, un representante de la extrema derecha que ha obtenido 6,18 millones de votos menos que el dirigente del Partido de los Trabajadores (PT). Esta victoria no le alcanzó a Lula para ganar en primera vuelta pero todos los datos y señales que surgen de los apoyos que ya ha recibido de otros pequeños partidos que quedaron por detrás de los dos grandes contendientes permiten tener confianza en que Lula ganará en la segunda vuelta a celebrarse el 30 de octubre próximo.
Brasil es una sociedad tremendamente compleja donde conviven ciudades y estados muy desarrollados como San Pablo con altísimos índices de desarrollo, y tribus aisladas sin contacto todavía con otros seres humanos, y entre medio una gran variedad de segmentos sociales con grandes bolsones de pobreza que malviven en las llamadas favelas.
Muchos esperaban que Lula ganase en primera vuelta. Pero cómo dijo Lula la noche electoral del dos de octubre “nunca ganó en primera vuelta”. Las encuestas habían ilusionado tanto con la victoria de Lula en primera vuelta que su tremenda victoria, que no logró serlo por más del 50% de los votos, a ciertos sectores les supo a derrota. No se entendía que Lula hubiera perdido en San Pablo, su cuna sindical y política.
Resultados primera vuelta presidencial
Lula Da Silva: 48,43% |
Jair Bolsonaro: 43,20% |
Simone Tebet: 4,16% |
Ciro Gomes: 3,04% |
Sin embargo y a pesar de los sentimientos de “no victoria” de algunos sectores simpatizantes de Lula dentro y fuera de Brasil, la victoria de Lula fue enorme. Lula había sufrido años de acciones penales en su contra, claramente fabricadas pero muy destructivas para su imagen, por delitos de corrupción. Al ex presidente le cayeron dos condenas con penas carcelarias sumadas de 26 años de las que cumplió 580 días, antes de que el Supremo Tribunal Federal dictara una serie de sentencias favorables: en noviembre de 2019 obtuvo la libertad provisional y en junio de 2021 quedó libre tras concluir el STF que sus juicios por presuntos sobornos no habían sido justos. En realidad no pudieron presentar ni una sola prueba contra él.
Desde la cárcel Lula siguió luchando por su inocencia y para volver a la lucha política en libertad. No se podía comenzar una lucha política en peores condiciones que esas. Y aún así su imagen se fue recomponiendo contra las toneladas de mentiras que la prensa y los partidarios de Bolsonaro vertieron contra él.


Lula está enfrentando a Bolsonaro que dispone de todos los recursos del estado, que impulsó un plan de ayudas sociales, con rango de “enmienda constitucional” a última hora para reforzar sus posibilidades de victoria a pesar de que ese tipo medidas está prohibida por la ley en tiempos de elecciones. “La Propuesta elevó de 400 a 600 reales (80 a 120 dólares) el Auxilio Brasil, creó un bono de 1.000 reales (200 dólares) para que los camioneros pudieran hacer frente al aumento del diésel, y aumentó el monto del vale-gas, entre otras medidas que significarán una erogación estatal de 41,25 mil millones de reales (8.100 millones dólares)”1.
QUÉ HAY DETRÁS DE BOLSONARO
Partiendo de la hipótesis de que Lula ganará en la segunda vuelta ¿qué pasara con Bolsonaro y la ultraderecha en Brasil? Desaparecerá o llegó para quedarse.
En Brasil la derecha nunca había logrado disputar las calles a la izquierda. Habría que remontarse a los años 30 para encontrar algo parecido a esa disputa. La derecha brasileña siempre utilizó la “vía institucional”, es decir, intervino a través del ejército, y por supuesto el resto de los instrumentos de que dispone el estado, justicia, policía, etc. Ahora sí tienen un movimiento de masas aunque no han logrado organizarlo en un partido. Tendrán que superar la prueba de salir del gobierno pero todo indica que sí podrán seguir existiendo.
¿En qué se apoyan los bolsonaristas? Entre las fuerzas armadas no es tanto el apoyo del que gozan en este momento (no es que el ejército haya perdido fuerza política) cómo sí entre las policías militares que fueron creadas por la dictadura y nunca han sido disueltas. Fueron fuerzas muy dependientes del ejército con mandos militares: coroneles, mayores, tenientes etc. Pero al finalizar la dictadura pasaron a depender de los gobiernos estaduales. Claro que fuera de esa formalidad siguen estando articuladas a los comandos militares de cada región y tienen unos 500.000 efectivos. Bolsonaro los ha cuidado defendiendo sus intereses económicos durante su gobierno y las financió y les confirió más poder.
Luego están los más importantes grupos evangélicos convertidos en un verdadero partido con base religiosa.
Tienen también el apoyo de las llamadas milicias, paramilitares de ultraderecha que vienen actuando desde los años noventa cuyas filas se nutren de la Policía Militar y se financian de actividades ilegales en el mundo de la droga y otros como el ofrecer seguridad o controlar negocios en diferentes barrios, como gas, electricidad, etc.
-Las redes sociales son otro sector donde han logrado una actividad muy intensa desde hace unos pocos años.
-Y por último, aunque seguramente habrá otros tipos de apoyos, están los famosos clubes de tiro que en Brasil han tenido un crecimiento muy grande.
Está claro que a Bolsonaro le apoya un sector de la burguesía alta y de los sectores medios y está manteniendo una importantísima base parlamentaria y de gobernaciones (ver gráfico). Todo esto es una fuerza política y social que se va a sostener en el tiempo.
¿ES BOLSONARO UN PRODUCTO DEL ESTABLISHMENT?
Brasil, como todo Latinoamérica vive un proceso iniciado en los años 90 de transformación de su economía donde el neoliberalismo logra desviar la orientación industrialista y fuerza la orientación hacia la producción de materias primas y alimentos. Eso ha provocado un empeoramiento muy serio de las condiciones económicas y sociales para las poblaciones de estos países. Los partidos de izquierda pudieron capitalizar esta situación en los primeros años del siglo y tuvimos gobiernos que así lo reflejaron en una serie de países logrando un cierto nivel de colaboración entre estos países latinoamericanos. Podemos decir que la descomposición social que provocó el neoliberalismo terminó fortaleciendo a la izquierda. La cosa es que la descomposición social también puede conducir hacia otros destinos. Además la izquierda que protagonizó la primera década y media del siglo ya entonces no proponía transformar la sociedad sino ir aplicando una estrategia gradualista para lograr reformas. En alguna medida se logró un mejor reparto de la riqueza pero ningún cambio estructural que pudiera mantener en el tiempo esos logros, así con la llegada de gobiernos como el de Bolsonaro, Macri en Argentina, etc, esas reformas desaparecieron en semanas. Se había ampliado la demanda mejorando el poder adquisitivo de las mayorías, se invirtió en obra pública y eso funcionó más o menos bien durante un tiempo. El limite lo pone el mercado y dura lo que dura su fase de expansión a nivel global. Cuando eso cambia, como ocurrió en 2008 o como ocurre ahora, esos mecanismos pasan a ser para la burguesía gastos que hacen crecer sus costos de producción y reducen su tasa de ganancia. Ahí pasan a presionar por una baja de salarios, desaparición de derechos y todo lo demás. Eso llevó a la clase dirigente brasileña a dar un giro en dirección al golpe en 2016. Bolsonaro en ese momento aún no era un factor a considerar en la situación. ¿Qué pasó?
Los partidos de la burguesía no estaban en condiciones de derrotar al PT debido a su papel en la sociedad brasileña. Tampoco podían jugar un papel movilizador de las clases medias ya que eran simples organizaciones electorales sin conexión con las masas. Ahí encuentran su hueco las expresiones neofascistas que disputan la dirección de esos sectores con una izquierda que no es capaz de llevar adelante propuestas más audaces que fuera capaz de contrarrestar todas las maniobras golpistas de la derecha.
Ahí los grupos de extrema derecha extraparlamentarios juegan un papel mucho más decidido operando fuertemente en las redes organizando el odio social de las capas medias volcándolo contra Dilma Rouseff.
El PT, entonces en el gobierno, había cometido un error gravísimo habiendo realizado una alianza con los sectores más ricos del país. Los súper ricos estaban ganando mucho más dinero que nunca antes porque no se hizo nada para evitar las enormes transferencias de la renta nacional hacia esta clase. Pero también los más pobres se vieron beneficiados en cierta medida debido a los impuestos que recaían sobre todo en las clases medias. Así que las clases medias se vieron presionados por arriba y por abajo de tal modo que se empezaron a sentir atraídos por los discursos de extrema derecha que puso el foco en la lucha contra la corrupción.
La ecuación es simple, dice Breno Altman, cuadro histórico del PT, escenificando el argumento que rondaba las cabezas de la clase media: “la plata que pagas en impuestos se la roban los políticos. ¿Qué hacen los partidos burgueses en 2016 cuando se desatan las grandes manifestaciones contra Dilma? Contrataron, entre comillas, a esas jóvenes tropas de extrema derecha, que se mueven como pez en el agua en la movilización social y no están bajo el comando de los partidos. Cuando los partidos burgueses logran destituir a Dilma y asume Temer, le piden a las tropas de ultraderecha que vuelvan a sus casas porque ahora volvía la política de los adultos. Pero esos grupos le dicen que no: “ustedes son como ellos y también son nuestros enemigos”. Es ahí cuando Bolsonaro emerge como el representante de esos grupos. Y les ofrece una perspectiva de poder. Entonces hay sectores de la burguesía que apoyan también a Bolsonaro. Ellos razonan así: “mira ese tipo loco, de escasa educación política, al que yo jamás invitaría a comer en mi casa, pero tiene capacidad de combate y es capaz de enfrentar al PT”2.
Los sectores fundamentales de la burguesía brasileña pensaron que podrían controlar a Bolsonaro. En aquellos días ellos junto con los grandes medios de comunicación estaban llevando adelante la operación “Lava Jato” que incluía la lucha anticorrupción como ariete contra Lula. Así fue cómo Bolsonaro pudo crecer, en un ambiente con sectores que empezaron a apoyarlo, y llegar al gobierno.
Su gestión comenzó con un Producto Bruto Interno de 1,92 billones de Euros y la deja con 1,62 Billones de Euros. Sobre la pandemia tuvo una política de infravalorar la gravedad de la covid calificándola de una “gripeciña” que le costó al país 400.000 muertes. Para más información sobre los datos económicos ver esta nota de Ambito Financiero de BuenosAires (3).
No cabe duda de que Bolsonaro, llamado el Trump brasileño tendrá un recorrido más allá de estas elecciones y supondrá un problema serio para el gobierno de Lula que con mucha probabilidad saldrá del segundo choque electoral el 30 de noviembre.
En lo que hay que pensar ahora es en cómo se va a desarrollar el gobierno de Lula que no hay que olvidar va en alianza con la derecha y lleva en su fórmula electoral a Geraldo Alckmin del Partido Socialdemócrata Brasileño (PSB) pero claramente de centro derecha y representante de los intereses empresarios. Lula tendrá que caminar por un sendero muy peligroso con una derecha muy agresiva en la oposición y una derecha dentro del gobierno que también se lo va a poner difícil si es que no llega a traicionarlo como hicieron con el gobierno de Dilma.
La victoria de Lula será mejor que la victoria de Bolsonaro, eso no está en discusión. De lo que se va a tratar es de no dejar que esta oportunidad se convierta en un gobierno fallido para los trabajadores y el pueblo brasileño. Lula es un político que lucha por lo que cree al punto de ir a la cárcel por sus ideas, pero sus ideas no está el romper con el sistema capitalista. Nunca propugnó el socialismo así que no parece muy probable que impulse ese camino. Pero sí cree en la lucha firme por la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores y los pobres. “Que todos los brasileños tengan tres comidas al día” dice desde hace años. No es una lucha menor esta, y pelear en serio por el programa que hoy defiende podría abrir las puertas a nuevos objetivos y conquistas políticas. Todo depende de cómo consiga movilizar el apoyo de sus bases obreras y populares. Sin eso Lula no podrá avanzar seriamente y podría correr el peligro de ser víctima de las fuerzas que se están organizando en la derecha. Frente a esto no hay más alternativa que fortalecer la organización de los trabajadores en los sindicatos y en la izquierda del PT. Latinoamérica no tiene lugar para un camino por el centro.
1-Ambito Financiero de Argentina 1/7/2022
2-Revista Crisis de Buenos Aires 2 octubre 2022