De las palabras a los hechos

15 Sep, 2019 | Actualidad, Archivo

Votemos sí en la investidura y que Pedro Sánchez demuestre si está dispuesto a aplicar políticas de izquierdas

Jordi Escuer[1]

El presidente en funciones, Pedro Sánchez, ha dejado claro que no desea un gobierno de coalición con Unidas Podemos. Pablo Iglesias insiste en que, sin presencia de ministros de UP, no hay garantías de que se aplique un programa de izquierdas. La negativa de Sánchez es un aviso de que sus 370 propuestas no se cumplirán pero, en la medida que su postura es firme, sólo queda tomar una decisión: ¿qué va a votar UP en la investidura?

Dado que UP no tiene posibilidad de formar gobierno en solitario y el PSOE no quiere una coalición, debería votar SÍ a la investidura de Sánchez y pasar a la oposición. Unas nuevas elecciones no es probable que fortalezcan a UP y, sobre todo, abren la puerta a la posibilidad de una victoria de la derecha.

Votar NO, o abstenerse, es facilitar la estrategia de Sánchez que trata de responsabilizar a UP de una nueva convocatoria electoral. Pablo Iglesias debería hacer caso a la propuesta de IU y anunciar antes de la entrevista con el Rey que, dada la negativa de Sánchez y a fin de evitar nuevas elecciones, va a votar a favor en la investidura y que tendrá el apoyo de UP si aplica políticas de izquierdas o su oposición si cede ante las políticas de derechas.

Ese paso ya se tendría que haber dado en la investidura fallida de julio, cuando estaba claro que Sánchez no daría su brazo a torcer. Que desde el PSOE consideren un riesgo[2]y una “putada”[3]que UP les apoye “gratis”, debería hacer reflexionar a la dirección de esta última.

¿Por qué Sánchez actúa así?

No habrá una única razón, y las fundamentales no son ni personales ni psicológicas, sino que responden a cálculos políticos condicionados por las necesidades objetivas del sistema y del régimen y, por supuesto, de la dirección “socialista”.

El Sánchez de la Moncloa está lejos de aquel que conquistó la dirección del PSOE enarbolando la bandera del “NO ES NO” frente al viejo aparato del partido, labrándose una imagen de izquierdas. A pesar de los gritos frente a la sede socialista de Ferraz de “con Rivera no”[4], Sánchez no ha dudado en pedirle a Cs y al PP que le permitan gobernar con su abstención, como Rajoy se lo pidió al PSOE. Ahora actúa como un hombre de Estado, que ve aproximarse una crisis y sabe que va a tener poco margen para aplicar políticas de izquierdas.

La Unión Europea exige la continuidad de los ajustes, lo que es incompatible con un aumento del gasto social significativo. La disposición de Sánchez a no salirse ni un milímetro de las directrices que marcan desde Bruselas quedó claro en el acuerdo de Presupuestos que suscribió con UP[5], con un incremento del gasto social muy por debajo del nivel previo a la crisis, y de lo que pedía el propio PSOE un año antes.

Se alía con Macron[6]y Merkel[7], a cambio de que Borrell[8]sea el ministro de Exteriores de la Comisión Europea. Por cierto, el mismo Macron contra el que los sindicatos se movilizan por su reforma de las pensiones[9]. Ven la ocasión para ocupar el espacio que deje libre Reino Unido con su salida de la UE.

¿Qué esperan en el PSOE con unas nuevas elecciones?

Si se cumplen los pronósticos[10], una nueva cita con las urnas le podría brindar a la dirección del PSOE un mayor apoyo electoral y, sobre todo, un batacazo de Cs que le obligase a cambiar de política y aceptase, al menos, facilitarle la investidura a Pedro Sánchez.

La opción preferida de la patronal, si la derecha no gana, es un gobierno PSOE-Cs. Por eso, con unas elecciones en noviembre los empresarios no tienen nada que perder. Lo que no quieren es un ejecutivo de PSOE y UP[11]. Ni siquiera están de acuerdo con las 370 medidas que el PSOE puso sobre la mesa para un acuerdo de investidura[12].

Algunos analistas incluso hablan de la posibilidad de un acuerdo tácito con el PP[13], para que la formación de derecha —que también crecería en apoyos a costa de Cs y Vox, según las encuestas— permitiera con su abstención un gobierno de Sánchez en solitario, en una versión light de “gran coalición” alemana de socialdemócratas y conservadores.

La otra cara de esa moneda sería no depender de los partidos independentistas, con los que el choque es inevitable dada su política respecto a Cataluña, y debilitar más a UP para intentar destruir lo que más pueden temer desde la sede socialista de Ferraz, una oposición sólida por la izquierda. No debemos olvidar que en las elecciones de diciembre de 2015, entre Podemos e IU lograron medio millón más votos que el PSOE[14]y, si hubieran ido juntos, se habría sacado casi el mismo número de diputados[15].

Pero las previsiones del equipo de Sánchez no dejan de ser especulaciones, puesto que los resultados de unas elecciones sólo se conocen cuando se termina el recuento. Fue el incremento de la participación en los barrios de clase trabajadora lo que permitió derrotar a la derecha, y Sánchez se permite jugar frívolamente con ese apoyo provocando un creciente desánimo. Por eso es fundamental que UP no le haga el juego, y corte de raíz su operación.

La situación de Unidas Podemos

En cierto modo, aunque pueda parecer paradójico, la actuación de Pedro Sánchez le ha hecho un favor a UP al negarse a abrirle las puertas del gobierno. Por un lado, le ha hecho enseñar la patita a Sánchez —la misma de Rodríguez Zapatero o González—, advirtiéndonos de que no está dispuesto a aplicar políticas de izquierdas consecuentes. Por otro, está ahorrándole a UP el trago de entrar en una ratonera. ¿De verdad cree la dirección de UP que sería posible garantizar en un gobierno con Sánchez políticas de izquierdas?

Sin haber dado ese paso, los dirigentes de UP ya han aceptado dejar en manos del PSOE la política europea y la referida al conflicto político en Cataluña. No son cuestiones baladíes. La función de una fuerza de izquierdas es elevar la comprensión de la clase trabajadora de los intereses en juego y fortalecerla. El PSOE puede poner en sus medidas que es partidario de alcanzar un nivel de gasto en Sanidad del 7% (propuesta 150) o de Educación del 5% del PIB para el año 2025 (Propuesta 77), cantidades por debajo de lo que demanda UP (el 7,5 y el 5,6, respectivamente, para el final de la legislatura). Pero eso sólo se puede hacer si nos enfrentamos a la política de la UE, y UP tiene la obligación de explicarlo desde el principio.

Igual sucede con la cuestión catalana. Es imposible darle una solución sin reconocer el derecho de autodeterminación. ¿Cómo estar cuatro años en un gobierno que niega abiertamente lo que reivindica el 75% de la sociedad catalana o que apoya la previsible condena dura a los presos políticos catalanes?

Cualquier gobierno de izquierdas tendría que elegir entre aplicar su programa o ceder ante la patronal y la Comisión Europea. Por experiencia sabemos que los ministros del PSOE no tendrán mucho problema en claudicar, pero ¿qué harían los nuestros? El PSOE ni siquiera se ha querido arriesgar a probarlo, a tratar de absorberlos, pues teme lo que UP representa que es la movilización de la calle.

Por eso, UP debería haber puesto el énfasis en el programa desde el primer momento y explicar que hacer realidad el pleno empleo, digno y estable, los servicios públicos universales y de calidad, el acceso real a la vivienda, exige enfrentarse a la patronal y a las políticas que emanan de la UE, e implica un cambio profundo de la sociedad.

Alimentar las esperanzas en un gobierno con el PSOE es una equivocación. Es lógico que muchas personas, votantes socialistas y, sobre todo, votantes de UP[16]se ilusionen con esa perspectiva. Pero hay que explicar que sólo un programa claro y el apoyo organizado y movilizado de amplias masas, harían posible cumplir con el programa y cambiar la sociedad. UP hoy no está en condiciones de lograr eso, y menos dentro de un ejecutivo de Sánchez.

Eso no quiere decir que el PSOE sea equivalente al PP. Es un partido con dos almas, con una dirección atada al sistema y al régimen, pero con una militancia y, sobre todo, una base de votantes, que se siente de izquierdas y que es, fundamentalmente, clase trabajadora. El reto de UP es desnudar ante ellos la falta de alternativa de izquierdas de sus dirigentes y ganar su confianza para un programa de transformación social.

Por eso, si no tenemos fuerza para formar un gobierno de izquierdas, debemos permitir su investidura y que demuestre con hechos ante sus votantes lo que es capaz de hacer. Que Sánchez pase de las palabras a los hechos. No hay otro camino.

La cuestión central es el programa

El problema de fondo es que la dirección de UP ha moderado tanto su programa —desde el surgimiento de Podemos—, que ha asumido que se puede gestionar el mismo sistema de otra forma, y que en base a políticas de incremento del gasto público (keynesianas) y al control del Estado, se pueden resolver los problemas sociales, ecológicos y políticos. Eso hace que el debate con el PSOE se vuelva muy difícil pues, sobre el papel, los dirigentes socialistas también están dispuestos a aplicar medidas keynesianas, pero más moderadas.

Por supuesto que es necesario una reforma fiscal progresista, y subir los impuestos a los que más tienen, pero eso no es suficiente para resolver los problemas que hay sobre la mesa. Hay que cambiar las relaciones de producción.

La labor de UP debería ser demostrar que atender las reivindicaciones más básicas de la clase trabajadora requiere que la economía y la sociedad funcionen de otra manera, muy distinta de la ley de la competencia por el máximo beneficio. Si queremos hacer realidad la exigencia de pan, techo, trabajo y dignidad, la columna vertebral de la economía debe ser pública y sometida a una planificación democrática, con criterios sociales y ecológicos. Y eso exigirá construir unas instituciones nuevas, donde los derechos democráticos y sociales sean plenos, no sólo formales, y la democracia entre en la economía y en la distribución de la riqueza.

La espada de Damocles que tenemos sobre nuestras cabezas es la deuda pública, muy superior a la que había antes de la crisis, y cuya solución pasa por una auditoría y el establecimiento de una quita. Pero eso es imposible hacerlo sin tener previamente el control del sector financiero con su nacionalización, y, a su vez, de los sectores estratégicos para la economía de todo el Estado. Quien tiene el poder económico, tiene el poder real.

En UP es habitual oír hablar de “programa de mínimos”, resucitando la vieja división entre el programa mínimo y el programa máximo, que acaba dejando la meta de una cambio de sociedad relegada a los congresos y asambleas, como una reliquia, sin utilidad práctica en la labor cotidiana de la izquierda. Hay que lograr unir las reivindicaciones básicas sociales, económicas y ecológicas, con un proyecto de transformación social. La izquierda necesita un proyecto socialista y democrático, y esa es su primera tarea.

Sin esa alternativa estamos desarmados ante el resto de fuerzas políticas y ante el sistema. Le queremos pedir al capitalismo que se comporte de otra forma, y eso no va a suceder. Hace falta superarlo.

Es la carencia de este programa alternativo la explicación de fondo de porqué la mayoría de los dirigentes de UP ven como prioritario entrar en el gobierno. Realmente creen que un gobierno de Pedro Sánchez, con su participación, haría otra política sustancialmente distinta. Pero se equivocan, quedarían atrapados como una mosca en un vaso de leche.

Las tareas que nos esperan

Es necesario un rearme de ideas. Hay que poner manos a la obra a elaborar un programa de transformación social del que, hoy por hoy, carecemos. Debemos aprender de experiencias como la de Syriza, que conquistó el apoyo aplastante de la mayoría social, pero fue incapaz de aprovecharlo para transformar la sociedad y hoy está administrando las políticas de ajuste y reforzando la idea de que no hay alternativa.

Ahora la marea de la movilización ha retrocedido, pero eso cambiará. Mientras, no hay atajos institucionales. La presencia en un gobierno con el PSOE no hubiera resuelto ninguno de los problemas que arrastramos, por el contrario, los habría agravado. Más institucionalización, más alejamiento de la realidad social.

Hace falta un trabajo paciente de reconstrucción de la militancia, de las asambleas de base, en todas las organizaciones que conforman UP, y ser uña y carne con los movimientos sociales. Hace falta dejar atrás los métodos burocráticos, el “ordeno y mando”, la lucha interna por el poder institucional, y basarse en una trabajo paciente, en el convencimiento, el ejemplo y la decisión democrática. Debe haber plena libertad de debate político público entre las distintas organizaciones que componen UP, sin menoscabo de respetar aquello que, tras el debate, decida el conjunto de los militantes de las diferentes organizaciones de forma democrática.

Es evidente que tras las ilusiones por participar en un gobierno, hay un transfondo de cansancio, de impotencia. Se ven las movilizaciones como un callejón sin salida, como estrellarse contra un muro una y otra vez. Un veterano dirigente de IU dijo hace años “se cambia más con el BOE que con la movilización”. Pero eso es un espejismo.

La realidad es que para cambiar la sociedad, sí hay que ganar en las instituciones, pero hay que tener programa y fuerza movilizada detrás. La experiencia de los ayuntamientos del cambio, cuyo análisis apenas hemos empezado, nos ha demostrado que se puede ganar pero que “tener el gobierno” no es equivalente a tener el poder para cambiar las cosas. Eso aún es más cierto si hablamos del Estado.

No debemos esperar nada de la actual dirección del PSOE, y aún menos de la derecha. Sánchez seguirá los pasos de González y Rodríguez Zapatero, y llegará el desencanto. En realidad, ya ha empezado con el espectáculo de estas semanas. El PSOE de hoy es mucho más débil que en décadas pasadas. Tarde o temprano, sonará la hora de UP si es capaz de construir una alternativa.
La realidad económica, social y ecológica en la que nos ha situado el capitalismo no permite otra salida real para la mayoría de la sociedad. En la próxima recesión lloverá sobre mojado, pues nunca hemos vuelto al nivel previo a la anterior crisis de 2008. Hoy estamos peor que entonces. El movimiento resurgirá con más fuerza y habrá que estar preparados. No somos los únicos que pensamos que eso es posible. El pasado mes de junio, una reunión de directivos de empresas españolas, abordaba “qué hacer en el supuesto de que surgiera un partido de masas auténticamente de izquierdas y las estrategias para neutralizarlo”[17].

No estamos hablando de imposibles, sino del futuro que nos espera. Preparémoslo.

[1]Jordi Escuer es miembro de la Coordinadora de IU Madrid
[2]https://elpais.com/politica/2019/09/09/actualidad/1568016609_324837.html
[3]https://www.elespanol.com/espana/20190905/gratis-putada-supuesto-miedo-psoe-efecto-iglesias/426957318_0.html
[4]https://www.youtube.com/watch?v=1hMFuAlnrlI
[5]http://pabloh.sg-host.com/la-gran-ilusion/
[6]https://www.eldiario.es/internacional/Sanchez-liberales-electoral-intentar-UE_0_907459475.html
[7]https://www.elconfidencial.com/mundo/europa/2019-07-02/berlin-paris-pedro-sanchez-acuerdo-europa_2102654/
[8]https://cincodias.elpais.com/cincodias/2019/07/02/economia/1562048950_174680.html
[9]https://elpais.com/internacional/2019/09/13/actualidad/1568371275_746235.html
[10]https://elpais.com/politica/2019/09/10/actualidad/1568114024_582021.html
[11]https://elpais.com/economia/2019/09/13/actualidad/1568377389_745851.html
[12]https://circulodeempresarios.org/sala-de-prensa/declaracion-del-circulo-las-propuestas-del-psoe/
[13]https://www.eldiario.es/politica/PSOE-depender-independentistas-PP-abstenga_0_941406351.html
[14]UP obtuvo 6.112.438 de votos, frente a 5.530.693 del PSOE. https://resultados.elpais.com/elecciones/2015/generales/congreso/
[15]https://www.eldiario.es/politica/GRAFICO-Congreso-Podemos-confluencias-IU_0_464754323.html
[16]https://www.eldiario.es/politica/quiere-gobierno-coalicion-CIS_0_904659788.html
[17]https://blogs.elconfidencial.com/economia/grafico-de-la-semana/2019-06-04/amancio-ortega-bancarrota-ideologica-podemos_2052282/

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