Recomendamos la lectura del artículo de Richard D. Wolf, por varios motivos. Por un lado, es relevante para lectores europeos comprobar que en Estado Unidos el debate sobre las ideas socialistas no es algo anecdótico. Wolf, que defiende abiertamente el socialismo, es alguien cuyas opiniones llegan a millones de personas a través de un programa semanal de radio y televisión. Sin necesidad de estar de acuerdo en todas sus propuestas, su artículo es una defensa del socialismo y aborda de forma muy interesante temas muy relevantes en la crisis que acaba de comenzar ¿Por qué rescatar el capitalismo sin contrapartidas? ¿No estamos ante un problema estructural de este sistema? ¿Por qué pagar un subsidio de desempleo en lugar de crear empleo público? ¿Por qué no democratizar las empresas?
El coronavirus muestra sus enormes debilidades
Richard D. Wolf[1]
Publicado en Independient Media Institute
Tomemos en consideración este absurdo: La política del gobierno norteamericano para afrontar la actual crisis capitalista es volver a la normalidad previa al coronavirus. ¿Qué? En qué sistema “normal”, los capitalistas privados maximizaron sus beneficios a base de no producir los tests, las máscaras, los ventiladores, las camas, etcétera, necesarios cuando el coronavirus golpea. La gestión de beneficios del capitalismo ha demostrado ser extremadamente ineficiente en su respuesta al virus. La riqueza que ya se ha perdido a causa del coronavirus excede, de lejos, lo que hubiera costado prepararse adecuadamente. En el capitalismo, una pequeña minoría (los empresarios), toman todas las decisiones clave (qué, cómo, dónde se produce y como se usa lo producido), controlando la producción y distribución de la mayoría de los bienes y servicios. La mayoría —los trabajadores y sus familias— deben vivir con los resultados de las decisiones de las empresas, pero no pueden participar en la toma de las mismas. ¿Por qué volver a semejante antidemocrática “normalidad”? ¿Por qué volver a arreglar de nuevo al capitalismo, dado su disposición estructural a crisis cíclicas y costosa y repetida necesidad de arreglarlo?
Miremos este absurdo desde otro ángulo. Cuando las corporaciones capitalistas fracasan, a menudo resultan declaradas en bancarrota. Eso a menudo significa que un tribunal elimina a la dirección existente y entrega la empresa a otro equipo de dirección diferente. Sin necesidad de una bancarrota legal, un fallo en una empresa capitalista puede suponer a menudo que sus accionistas voten expulsar a un equipo de dirección —el consejo de dirección— y reemplazarlo por otro. A pesar de que esas medidas admiten que los capitalistas han fallado (y con bastante frecuencia), la solución que ellos le dan dentro de la ley es cambiar sólo quienes son los empresarios. La bancarrota nunca cuestiona o cambia la estructura capitalista de las empresas. Entonces, ¿por qué mantener semejante capitalismo “normal”? Quizás el problema es la estructura y no el equipo particular de dirección de la empresa capitalista.
Unos asombrosos 20 millones de trabajadores norteamericanos han perdido su trabajo y han solicitado el subsidio de desempleo durante el mes previo al 15 de abril. Esto es absurdo. Nosotros el pueblo, lo público, ahora tendremos que pagar una parte de nuestros salarios y pagas que ya no pagan los empresarios. Los desempleados se culparan a sí mismos; muchos perderán sus contactos y habilidades, su formación laboral, y sus compañeros de trabajo; muchos se preocuparán de recuperar viejos trabajos; muchos pedirán prestado (a menudo demasiado); todos se preocuparán por las crecientes deudas; etc. Estarían mucho mejor si consiguieran trabajos útiles socialmente, así como la mayoría de sus anteriores salarios. El gobierno podría ser un empleador de último recurso: cuando los capitalistas privados o no pueden o no quieren contratar porque hacerlo no es rentable para ellos.
Pero los capitalistas casi siempre se oponen al empleo público. Temen la competencia del empleo estatal con los capitalistas privados, que puede implicar. Les preocupa que los empleados públicos puedan mantener esos trabajos y no regresar al empleo privado. Para aplacar a los capitalistas, los gobiernos “arreglan” las recesiones y las depresiones —los periodos en los que los capitalistas despiden a los trabajadores— pero sosteniendo a los desempleados por un tiempo con dinero al contado. La sociedad pierde, ya que se pagan desde lo público los salarios de los trabajadores, pero no consigue las producción de bienes y servicios públicos en compensación.
La ley aprobada recientemente por el Congreso (CARES) plante estimular un capitalismo norteamericano colapsado dando a las mayores aerolíneas 25.000 millones de dólares para pagar la mayoría de lo salarios los aproximadamente 700.000 empleados de las aerolíneas durante los próximos seis meses. Esto es un absurdo capitalista al cuadrado. La mayoría de esos empleos cobrarán sus sueldos pero no trabajarán en las aerolíneas porque volar seguirá siendo demasiado arriesgado para muchos durante los próximos seis meses. Uno podría esperar que los trabajadores de las aerolíneas sean requeridos para hacer alguna clase de servicio público a cambio de que el gobierno les pague sus sueldos. Podrían preparar trabajos seguros para producir los test, máscaras, ventiladores, guantes, etcétera, necesarios estos días. Podrían ser entrenados para hacer test: para limpiar y desinfectar lugares de trabajo, tiendas e instalaciones deportivas; para enseñar usando tutoriales individuales de redes sociales; y así sucesivamente. Pero no, en los países capitalistas (con raras excepciones), los capitalistas privados no quieren, así que los gobiernos no aprueban leyes que manden, a cambio de las pagas a los desempleados, que se requiera un trabajo en el sector público. La sociedad pierde, pero los capitalistas se calman.
Además, también Boeing está recibiendo un gran rescate. Esa dirección corporativa de la que recientemente se probó su responsabilidad por vender aviones inseguros que han matado a cientos de personas, tratando de ocultar sus fallos, y exprimiendo miles de millones de subsidios públicos de el Estado de Washington. Sin embargo, el rescate gubernamental dejará a los directivos de Boeing (y a otras empresas rescatadas por el Gobierno) en su tradicional posición de tomar todas las decisiones empresariales clave de forma exclusiva y privadamente.
¿Por qué arreglar el capitalismo de ese modo? ¿Por qué la irracionalidad de una paga por desempleo sin un trabajo socialmente útil para el desempleado? ¿Por qué reproducir un capitalismo normal que organiza tan antidemocráticamente sus empresas —donde una minoría irresponsable se impone a la mayoría de los empleados—? ¿Por qué reemplazar un grupo de dictadores empresariales por otro, cuando se presenta una alternativa mejor? En resumen, ¿por qué reproduce el sistema capitalista (empresario-trabajador) generando socialmente niveles de división con desigualdad de ingresos y riqueza casi en cualquier parte, además de más ciclos de negocios que introducen regularmente inestabilidad?
¿Estamos experimentando un declinar histórico del capitalismo? ¿Es este el mensaje cuando un número creciente de gente encuentra que el capitalismo puede ser innecesario, en el mejor de los casos, o insoportable, en el peor? Las cooperativas de trabajadores suponen por sí mismas una mejor alternativa para organizar las empresas: factorías, oficinas y tiendas, privadas y públicas. Como unas instituciones económicas democráticas, las cooperativas de trabajadores se ajustan mejor y son un mejor apoyo para las instituciones políticas democráticas. Para el siglo XXI, el eslogan más popular en las banderas socialistas será probablemente “democratizar la empresa”.
En el siglo XIV, la plaga de peste bubónica —la “muerte negra”— mostró un feudalismo europeo enormemente malnutrido, exhausto, desalentado, dividido y enfermo. Las pulgas infectadas transportadas por las ratas podían así exterminar a un tercio de un continente muy vulnerable. El feudalismo europeo nunca recuperó su fortaleza previa a la peste bubónica. Su cúspide quedó atrás. El Renacimiento, la Reforma, y, además, le siguieron las grandes revoluciones inglesa, francesa y americana. El sistema colapsó en medio de la transición a un sistema diferente, el capitalismo. ¿Podrían la interacción actual entre el capitalismo, el coronavirus y un nuevo socialismo basado en las cooperativas de trabajadores ser similares a las del feudalismo, la “Muerte Negra” y el capitalismo?
Traducción: Jordi Escuer
[1] Richard D. Wolff Es profesor emérito de economía de la Universidad de Massachusets, Amherst, y profesor visitante del Programa de Grado en Asuntos Internacionales de la New School University, de Nueva York. El programa semanal de Wolff, “Economic Update”, es emitido por más de 100 estaciones de radio y llega a 55 millones de receptores de televisión a través de Free Speech TV. Sus dos libros recientes son Understanding Marxism y Understanding Socialism, ambos disponibles en democracyatwork.info
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