Propuesta de homenaje a Alberto Arregui

2 Mar, 2020 | Legado de Alberto Arregui

Queremos invitarte a participar en un homenaje a Alberto Arregui. Podríamos cocinarlo de muchas formas, pero tenemos la certeza de que ningún ingrediente le habría parecido a Alberto más nutritivo, fresco y necesario que las ideas de Rosa Luxemburgo.

En estos tiempos de inanición de pensamiento marxista, de falsos debates gritados y de fútiles rifirrafes efímeros como la vida de un “zasca”, pensamos que el mejor homenaje que podemos hacerle a Alberto es darnos un banquete de ideas vivas. Te proponemos levantar la mirada, para ver la realidad desde la perspectiva del águila que fue Rosa Luxemburgo, como la llamaba Lenin y a Alberto le gustaba recordar.

Después del fracaso del socialismo real y del estalinismo, Alberto se preguntaba hace 21 años cómo restablecer las raíces del socialismo, y concluía: “La obra de Rosa es una de las claves para ayudar a esa superación, a ese restablecimiento de las ideas, no a través de los argumentos capitalistas, de la impregnación del democratismo burgués, sino recobrando las tradiciones del socialismo, del internacionalismo revolucionario”.

Reforma social o revolución no sólo es una de las obras más célebres de Rosa Luxemburgo, sino también una de las más vigentes, en la que define la perspectiva revolucionaria frente a las reformas, en contraposición a la perspectiva reformista.

Rosa respondía en 1899 a su compañero del SPD, Eduard Bernstein, que publicó una serie de artículos bajo el título “Problemas del Socialismo” y el libro “Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia”, en los que se fijaba la posición revisionista:
“Quien se pronuncie por un camino de reformas legales en lugar y en contra de la conquista del poder político y de la transformación de la sociedad está, en realidad, eligiendo no un camino más tranquilo, más seguro y más lento hacia la misma meta, sino también una meta diferente; está optando ciertamente por la introducción no de una nueva sociedad sino meramente de transformaciones que no afectan a la esencia de la sociedad existente. Así, a partir de las ideas políticas del revisionismo llegamos a la misma conclusión que a partir de sus teorías económicas: que el revisionismo, en el fondo, no aspira a la realización del socialismo, sino simplemente a la reforma del capitalismo, no aspira a la eliminación del sistema salarial sino a reducir más o menos la explotación, aspira, en una palabra, a suprimir los excesos del capitalismo y no el capitalismo mismo”

(ROSA LUXEMBURGO, Reforma social o revolución)

121 años después de la polémica entre Eduard Bernstein y Rosa Luxemburgo, y sea cual sea la perspectiva que se elija en la contienda, sus argumentos no se han superado, como perspicazmente señaló Alberto:

“El propio Bernstein, como Eróstrato, que incendió el templo de Diana con el único propósito de alcanzar la celebridad, tenía el mérito de hacerse famoso no por su propio pensamiento sino tratando de enterrar a un famoso, en este caso a Marx. Ahora los “eróstratos” son legión, y su categoría muy inferior, pero siguen intentando la fama descubriendo la superación de las ideas socialistas, y se limitan a repetir lo ya dicho hace mucho tiempo. Una sola pluma, la del águila que fue Rosa Luxemburgo, basta para contestar y barrer todos los argumentos de estos modernos incendiarios”.

(ALBERTO ARREGUI, “Las Raíces del Socialismo: A 80 Años del Asesinato de Rosa Luxemburgo”. Asoc. Cultural Emancipación, 1999)
Las dos citas que hemos introducido en esta invitación dan mucho que pensar, ¿verdad? Pues por eso nos animamos a proponerte un ejercicio práctico: buscar citas, desde 1899 hasta la fecha, en las que identifiques una de las dos posiciones frente a las reformas legales: la revolucionaria defendida por Rosa Luxemburgo y la reformista apuntada por Bernstein, y que tantos acólitos recogería con el tiempo y el oportunismo de todas las épocas, en muchos partidos de la izquierda. Hasta nuestros días.

El objetivo no es etiquetar en un ejercicio maniqueo y simplista, a “buenos” y “malos”. Se trata de volver a hacer preguntas profundas, razonar utilizando las herramientas del socialismo científico y ejercitar nuestro sentido crítico, para recuperar la claridad en el enfoque, reconociendo los argumentos y fortaleciendo nuestra capacidad de análisis. Mirar la realidad a vista de águila, para tener más capacidad de incidir en ella, sin perder el rumbo hacia nuestro objetivo: el socialismo. Por eso es el mejor homenaje que podemos dedicarle a Alberto.

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