Referéndum en IU Madrid para la candidatura a la Comunidad
Jordi Escuer y Jorge Martínez
miembros de la Coordinadora regional de IU Madrid
Entre la militancia de IU Madrid hay un intenso debate acerca de qué acuerdo de candidatura debemos apoyar para las elecciones autonómicas. Sobre la mesa hay dos opciones, una candidatura con Podemos o una con Anticapitalistas. Tras este debate subyace otro más profundo ¿qué ha hecho IU durante los últimos cuatro años para afrontar esta situación? ¿por qué toda la izquierda transformadora llega en crisis a este momento? En este debate es importante que los árboles no nos impidan ver el bosque, si queremos entender mejor lo que nos está pasando. Porque, sea cual sea el resultado del referéndum, al día siguiente habrá que seguir construyendo una alternativa que defienda la transformación socialista de la sociedad.
El peor error que podríamos cometer es engañarnos a nosotros mismos. Tanto la mayoría de la dirección de IU Federal, como la mayoría de la dirección de IU Madrid, estaban de acuerdo con llegar a un pacto con Podemos sin primarias de ninguna clase, igual que se estaba dispuesto a ir con Carmena en una lista conjunta a las primarias de Más Madrid. En este último caso, la intransigencia de la mayoría del gobierno municipal con la Operación Chamartín, la lista de “los mejores” de las participatarias carmenitas y el “errejonazo”, que hizo saltar por los aires Podemos en Madrid, fueron las gotas que colmaron el vaso de la paciencia de nuestra militancia, harta de ir de la mano de quienes defienden un proyecto netamente socialdemócrata de reparto de las migajas.
Por eso, la candidatura de la ciudad de Madrid con Anticapitalistas y La Bancada (Podemos ha renunciado a presentarse al Ayuntamiento de Madrid) es la única salida natural de un enfrentamiento que alcanzó su punto álgido con el cese de Carlos Sánchez Mato en diciembre de 2017. Desde aquel día, era fácil prever que el choque con la mayoría del equipo de gobierno iba a ir a más, porque había diferencias políticas de calado. Se renunciaba a luchar por cumplir el programa de Ahora Madrid, a explicarle a los vecinos y vecinas porqué era necesario municipalizar, a seguir la pelea con Montoro por utilizar todos los recursos, etcétera, etcétera.
El problema fue que nuestra dirección —regional y federal— también optó por no dar pelea, poner sordina a las diferencias, y aceptar el cese de Sánchez Mato como algo “puntual”. Eso ha implicado la renuncia, durante más de un año, a explicar a los vecinos y vecinas cuáles eran nuestras diferencias y con ello, la imposibilidad de ir acumulando apoyo popular y haber llegado a este momento con una posición mucho más fuerte. De hecho, en aras a la unidad con Carmena y con Podemos, se aceptó de facto el veto al propio Sánchez Mato cuando hubiera sido el candidato natural para nuestra lista municipal. Eso ya no tiene arreglo y, sin duda, haremos cuanto esté en nuestra mano para sacar el mejor resultado posible con la candidatura que estamos fraguando para el Ayuntamiento, que pretende ser algo más que un acuerdo electoral y posibilitarnos agrupar fuerzas para la reconstrucción de la izquierda transformadora en Madrid. Pero es menester recordarlo si queremos aprender de nuestros propios errores.
¿Y en la Comunidad qué?
Es normal que mucha de nuestra militancia se incline por la propuesta de acuerdo con Anticapitalistas, donde se contemplan primarias. Aunque, a decir verdad, sólo se presenta inicialmente una propuesta de lista conjunta acordada entre Anticapitalistas e IU. Nuestra militancia está harta de los trágalas, menosprecios e imposiciones de la dirección de Podemos, que actúa como si nada hubiera pasado durante estos años o no hubiera saltado por los aires su propia organización en Madrid.
En el ámbito de Madrid ciudad, la dirección de Podemos apoyó sin fisuras a Manuela Carmena en todas las renuncias políticas, incluido el cese de Carlos Sánchez Mato, y fue actor fundamental en la falta de cauces democráticos para la toma de decisiones en AM. Y lo que ha cosechado finalmente ha sido que sus concejales se pasaron a Más Madrid cuando vieron amenazada su posición en las listas. La coherencia con el programa y los métodos democráticos no son una manía, sino una necesidad vital para una fuerza de izquierdas que aspire a transformar la sociedad. La dirección de Podemos debería ser más humilde y aprender de sus errores en lugar de profundizar en ellos.
Desgraciadamente, hemos de constatar que la dirección de Podemos ha adquirido en muy poco tiempo los malos hábitos que sufrimos en nuestra organización durante años: una política socialdemócrata y una institucionalización.
Pero IU no puede echar la culpa a Podemos de sus propios errores. Se dice que no tenemos diferencias programáticas, pero no es así. Lo que ocurre es que no hemos sabido defender públicamente una alternativa, que es distinto. Un ejemplo, a escala estatal, nos lo proporcionan los últimos Presupuestos Generales del Estado (PGE). El acuerdo de los PGE fue un error garrafal. Una cosa es apoyar al gobierno de Pedro Sánchez, porque no podemos imponer nuestra política, y otra es renunciar a defenderla. Nuestra propuesta tenía que haber sido unos presupuestos orientados al pleno empleo, a la aplicación de la jornada de 35 horas semanales sin reducción salarial, a una prestación por desempleo indefinida mientras no se garantice un empleo digno, a nacionalizar los sectores estratégicos de la economía y a desarrollar un sector público en todos los terrenos, bajo control democrático… Pero también nosotros abrazamos el posibilismo de Podemos, y nos convertimos en los máximos defensores de ese acuerdo.
Tampoco en la Comunidad de Madrid hemos sido capaces de levantar una bandera alternativa que nos diferenciara de la dirección de Podemos: auditoría e impago de la deuda, desarrollo del sector público de la Comunidad… De hecho, durante mucho tiempo, el lema de buena parte de la dirección regional era la “superación de IU”, cuando las condiciones objetivas que hubieran posibilitado lograr esa superación de forma positiva habían desaparecido. Una política interna que debilitó la construcción de nuestra propia organización y la de una alternativa política en la CM.
No se trata de llorar sobre la leche derramada, sino de aprender de nuestras equivocaciones para no volver a repetirlas. Todos hemos cometido errores, sin duda. Seamos humildes y preparemos el futuro desde ahora.
Y en esta tesitura, ¿apoyar el acuerdo con Anticapitalistas o con Podemos? La razón de peso para apoyar el acuerdo con Podemos es la política del mal menor. Así de simple. No principalmente para que logremos presencia institucional, sino para evitar que, si no llegamos al 5%, se pierda un voto que igual es decisivo para que no gobierne la derecha. La presencia de tres candidaturas a la izquierda del PSOE, más allá del mundo activista, es tremendamente complicado de explicar y entender, y podría dejar en la cuneta a una o, quizás dos, candidaturas. Demasiadas decenas de miles de votos en un escenario improvisado por el que no se ha trabajado seriamente hasta hace apenas unas semanas, y que entra en clara contradicción con el que presentamos a las elecciones generales y europeas.
De hecho, no debería ser excluyente ir con Podemos y con Anticapitalistas. Estamos hablando de un acuerdo de candidatura electoral, para intentar acumular el máximo de votos frente a la derecha y combatir el mal llamado voto útil al PSOE, sin que eso signifique que tengamos que supeditar nuestras propuestas y actuación política a lo que diga la dirección de Podemos.
Nuestra tarea
Es más, aún yendo con Podemos –se trataría sólo de un mero acuerdo electoral–deberíamos explicar que derrotar a la derecha electoralmente no basta. Que las direcciones del PSOE y de Podemos, aunque lograran formar gobierno, van a ceder a las presiones del sistema, que van a ser muchas (y más con una recesión a la vuelta de la esquina). Ninguna ilusión en un gobierno PSOE-Más Madrid en la Comunidad, o PSOE-UNIDOS PODEMOS en el Estado. Ya hemos visto lo que pasó con Felipe González o con Rodríguez Zapatero, o en el Ayuntamiento de Madrid. Lo más que nos dejarán es repartir las migajas.
Esa opción nos permitiría ganar tiempo y haría más factible que la movilización contra una política de recortes, que se va a recrudecer, pudiera arrancar logros. Pero no debemos tener ninguna esperanza en ella, ni fomentarla.
La única solución es construir, más pronto que tarde, una fuerza de izquierdas, con un programa de transformación socialista de la sociedad, con métodos democráticos intachables, y que se apoye en la movilización consciente de la clase trabajadora. Ese es el reto que tenemos para los próximos años, vayamos con quien vayamos en las elecciones.
La militancia de IU, de Anticapitalistas, de La Bancada, como la de Podemos, y como muchos activistas de la izquierda, está maltrecha. Pero nuestra militancia es un capital humano precioso, que hay que cuidar, porque aspira a transformar la sociedad. En momentos tan complejos y desalentadores como éste, en los que pesan las tendencias disgregadoras, que cunde el desánimo y las situación parece sin salida, es bueno echar la vista atrás y ver que no es algo nuevo. La movilización, y en particular la de la clase trabajadora, va a volver a levantarse y es muy importante que nos encuentre con los deberes hechos, habiendo aprendido de los aciertos y errores de los acontecimientos de estos años. Y eso va mucho más allá de una cita electoral y la conformación de una candidatura.