Begoña M. Rueda. Foto de Mariano J. Sánchez
Violeta Blanco
Hay premios muy merecidos y Begoña M. Rueda ya tiene varios con otros poemarios y en concreto con este Servicio de lavandería, también.
Desde el Prelavado, pasando por el Lavado, Aclarado y terminando con el Centrifugado nos ofrece un programa de poesía que huele a limpio, a honestidad y mucha sinceridad de clase en un momento de la vida en el que cualquiera persona de este planeta ha descubierto la fragilidad, el miedo y la capacidad de respuesta ante un ataque a nuestra salud a causa de una pandemia que aún sigue año y medio largo después , cobrándose vidas.
Un poemario digno ante el trabajo digno y poco reconocido de la lavandería de un hospital, pero que también sirve como homenaje a todos esos trabajos que no son merecidamente ni reconocidos ni bien pagados, a pesar de ser imprescindibles en una sociedad clasista, donde como se detalla bien en uno de sus poemas:
“Nada podemos hacer
sino continuar planchando las batas de los médicos
que cuando se cruzan con nosotras
se creen demasiado dignos
como para rebajarse a darnos los buenos días”
Un poemario que pone de manifiesto las dificultades de mujeres con dobles y triples jornadas que acaban reventadas de trabajar y dedicarse al cuidado de los demás, por un salario que con suerte sirve sólo para pagar facturas.
“Mientras desayunamos
las cucarachas corretean entre nuestros pies.
Hay un agujero en el techo de la sala de estar,
dos duchas y dos inodoros en frente de la nevera, un bote de champú junto al tostador,
pelos en el microondas.
La jefa no desayuna con nosotras,
las cucarachas no crujen bajo su zapato,
ella tiene una vela aromática junto al ordenador,
caramelos y muy poca vergüenza, nosotras
maldesayunamos en la sala de estar, escuchando
a las compañeras orinar mientras nos tomamos el café
pero siempre hay
más bocas que alimentar, el alquiler no se paga solo
y qué derecho tendremos a quejarnos,
habrá más bien que agradecerle a Dios
las cucarachas a cambio del pan,
los problemas de tensión, la ansiedad, la fibromialgia,
las bajas por depresión, los bocados en la nómina
a cambio del maldito chusco de pan
y dar las gracias, porque encima parece que,
encima,
estamos en la obligación de dar las gracias “.
Es verdaderamente un poemario que merece la pena que leas, te guste o no te guste la poesía, porque si crees que no te gusta, empezarás a apreciarla con Servicio de lavandería.
